Clima de aula y convivencia escolar

Como hemos ido viendo la disrupción es un fenómeno que influye negativamente en el clima de aula, las repercusiones de las conductas disruptivas no sólo recaen sobre el alumno que las ejecuta sino que también influyen sobre el docente, en el resto de alumnos así como en el ritmo de enseñanza-aprendizaje que se lleva en el aula, pudiendo suponer barreras en dicho proceso.

Por  tanto si el clima de aula se ve afectado por las conductas disruptivas también lo será a su vez la convivencia en el aula. A medida que el clima de aula va empeorando la convivencialidad entre compañeros y docente también lo harán, es por eso que es muy importante el papel que juega el docente dentro de este ambiente ya que la clave para un buen proceso de enseñanza-aprendizaje empieza por conseguir el clima de aula y convivencia óptimo para ello.

Ortega (1997) en relación a este tema apunta que: “En el centro educativo, la convivencia se entiende como el entramado de relaciones interpersonales que se dan entre todos los miembros de la comunidad educativa, y en el que se configuran procesos de comunicación, sentimientos, valores, actitudes, roles, status y poder”.

El clima de aula así como la convivencia en la misma es un tema sobre el cual cada vez se está profundizando más debido a la gran importancia que ambos aspectos tienen dentro del proceso educativo, y las posibles repercusiones de la ausencia de un buen ambiente en el aprendizaje de los alumnos. Pero no sólo hay que ver la importancia del clima y convivencia como algo que afecta al proceso de enseñanza-aprendizaje, sino que también debemos tener en cuenta que su ausencia supone también la falta de respeto, compañerismo, equidad, solidaridad, etc.

Según Uruñuela (2006:1): “La convivencia en los centros es una preocupación común a todos los miembros de la comunidad escolar. Este problema está presente de forma continua en las conversaciones, discusiones, en la prensa especializada. Constituye para muchas personas uno de los problemas más importantes que padece en la actualidad el sistema educativo”

Vemos que es cierto que la convivencia en las aulas se considera un tema de importancia, el autor además destaca que los temas o incidentes que salen a la luz son pocos en relación a la gran cantidad que se dan cada día en nuestras aulas y que van frustrando al docente. Dichos incidentes son llamados conductas disruptivas, fenómenos de conflictividad y en otras ocasiones violencia en las aulas, pero todos apuntan al mismo sitio y dificultan la tarea docente (Uruñuela, 2006).

Arribas (2006) al hablar de convivencia remarca que: “Si preguntamos a los docentes sobre la situación actual de la convivencia en los centros educativos en nuestro país podríamos escuchar que “los alumnos son ahora más violentos, que no respetan a los profesores ni las normas y que, como consecuencia, ya no se puede dar clase como antes

Por lo tanto vemos que los docentes cada vez se sienten menos capaces debido al aumento de las conductas disruptivas dentro del aula, lo que dificulta el ritmo y empeora el clima de aula.

Pero Arribas (2006) también destaca un aspecto en relación a la percepción de este fenómeno: “Sin embargo, es muy diferente la percepción de profesores y alumnos sobre el carácter habitual de la disrupción en el aula, la falta de respeto al profesor o el robo o rotura del material del centro. Parece que la visión de los profesores de los problemas de convivencia está más relacionada con la indisciplina en el aula, mientras que los alumnos se encuentran más preocupados por las agresiones entre iguales”.

La diapositiva que vemos a continuación trata de reflejar el mensaje de que para conseguir un entorno de convivencia, es decir, de participación y educación, antes debemos eliminar las conductas disruptivas así como el resto de conflictos, de esta forma podremos conseguir un entorno y clima más favorable.

Imagen 2: Características de un entorno de convivencia (Fuente: Moreno, 2008)

De modo que debemos buscar medidas o soluciones frente estas situaciones, recordando que estos problemas no recaen sólo sobre un individuo, sino que incluye tanto centro educativo como familia, desde el alumno, docente, compañeros, organización de centro, currículum, familia, etc. es decir, englobar a toda la comunidad educativa en la búsqueda de medidas.

En ocasiones muchos docentes comentan que hemos llegado a esta situación porque las normas y reglas en los centros se han ido ablandando, menos exigencias a los alumnos que poco a poco han ido perdiendo el respeto, y consideran que l más efectivo sería retornar a la escuela tradicional donde la autoridad y disciplina mantenían el orden diario del aula.

Según Arribas:

No son pocos los que afirman que la solución está en medidas más radicales, normas más rígidas y castigos más severos para combatir la violencia en las aulas. Sin embargo, la “hiper-reglamentación” conduce a la despersonalización, a la ausencia de responsabilidad y al inmovilismo […]. Deberíamos aprender a mirar de otro modo los problemas de convivencia si queremos ser eficaces. Cada ser humano, cada uno de nosotros, es capaz de crueldad y de la compasión, lo importante es acertar con la activación de las estrategias que desarrollar aquellas capacidades que nos permiten vivir en común” (Arribas, 2006:1).

No se trata de retornar a medidas tradicionales o al autoritarismo, sino de buscar estrategias que realmente cumplan el objetivo, ya que las tradicionales atendían a la mentalidad de aquellas épocas, pero la sociedad evoluciona y las estrategias deben hacerlo también. Se trata de buscar la estrategia adecuada para cada problema, lo cual no es tarea fácil, pero las medidas tradicionales no son las más adecuadas.

Para la mejora y la gestión de la convivencia escolar Arribas propone el modelo integrado de gestión de la convivencia en los centros educativos, del cual destaca que:

 “Responde a un nuevo modelo de educación moral, una autentica educación para la ciudadanía en la que el aprendizaje moral no consiste en predicar los valores, sino en practicarlos. La escuela pretende formar a alumnos para la democracia, para la vida, la solidaridad, para ser responsables, etc. Pero algunas cosas sólo se pueden aprender como aprendemos a dialogar, a conducir un coche o a respetarnos, haciendo y reflexionando sobre lo que hacemos, es decir, viviendo. Hay que empezar a educar en democracia, desde la vida, en solidaridad y en responsabilidad” (Arribas, 2006:6).

En relación a este modelo Arribas (2006: 3) establece una serie de factores fundamentales en la mejora de la convivencia escolar: “El compromiso de los docentes como motor para el cambio educativo; la participación del alumnado como factor primordial como principales conocedores de los conflictos; la participación de la familia como principales agentes educativos; participación de miembros directivos y otros responsables, entre ellos la Administración educativa en tres direcciones: formación, recursos personales y dinamización de la organización”.

Vemos por lo tanto, como he nombrado anteriormente, que para lograr un cambio deben participar en él todos los miembros de la comunidad educativa para garantizar que ese cambio se pueda lograr y sea más efectivo.

Arribas (2006) concreta el enfoque de la mejora de la convivencia a través del siguiente cuadro:

Tabla 7: Enfoque de mejora de la convivencia (Fuente: Arribas, 2006:4)

En el cuadro anterior vemos reflejados una serie de aspectos que son importantes favorecer para la mejorar de la convivencia así como otros que son mejor evitarlos,

Vista la conceptualización de la disrupción, las posibles causas y factores implicados, la importancia del estilo docente, así como del clima de aula y convivencia, a continuación profundizaré sobre las técnicas y estrategias de evaluación e intervención en relación a las conductas disruptivas.