¿Qué es una conducta inadecuada?

Un primer paso es llegar a un acuerdo sobre qué es y qué no es inadecuado dentro del aula, este es muy importante por el hecho de que a partir de ahí se van a tomas las decisiones sobre las medidas a aplicar. 
 
Es importante que los docentes se pongan de acuerdo sobre este aspecto, deben llegar a un consenso sobre qué considerar inadecuado y qué medidas aplicar en cada caso, especificándolo de forma adecuada en el Plan de Convivencia del Centro.
 
Teóricos que han produndizado sobre el tema (Torrego y Fernández, 2006) comentan que: "En la dinámica diaria del aula cada docente tiene sus propias rutinas y normas las cuales los alumnos deben cumplir y respetar, de modo que saltarse estos principios supondrá para el docente una conducta inadecuada y por lo tanto irrumpirá el ritmo de la clase. Podemos encontrar una gran diversidad de conductas que pueden interferir el ritmo del aula (conductas disruptivas), pero un problema añadido es que cada docente interpreta estos comportamientos de una manera, según su nivel de tolerancia, las estrategias de control que posee, nivel de pasividad, etc. dando lugar a que lo que para un docente puede no ser inadecuado para otro sí puede serlo, creando confusión en los alumnos"
 
Además, según Torrego y Fernández:
 
"Hay que preguntarse dentro de un marco de sentido común, que es lo esencial, qué es lo  importante y cómo podemos responder de forma coherente, coordinada y cohesionada dentro de un claustro ante las conductas inadecuadas. Esta no es una tarea sencilla y a menudo crea tensiones en el seno de los claustros dado que los profesores entienden que se coarta su libertad personal a la hora de dar clase. Por el contrario encontrar estos  puntos de encuentro y promover un estilo personal de centro al abordar los conflictos a  largo plazo generará más satisfacción y bienestar dado que se considera un hecho  colectivo al producir seguridad y firmeza en el conjunto de la escuela. 
 
El énfasis ha de redundar en unos principios y comprensión del hecho educativo  compartidos, que se lleva a cabo a través de un enfoque de desarrollo interno del  conjunto de la escuela en cuanto a las conductas inadecuadas y modelado de las  conductas deseadas" (Torrego y Fernández, 2006:101).
 

De modo que un primer paso es llegar a un acuerdo sobré que consideramos comportamiento disruptivo, es decir, el primer paso será la "Selección del comportamiento disruptivo"

Siguiendo el proceso Fernández en el "Protocolo de actuación urgente frente conflictos":

"En esta primera fase se deberían precisar aquellas conductas que el conjunto del profesorado considera disruptivas, se pueden utilizar los partes de amonestaciones para un mayor rigor, incluso cuantificar tipos de conductas que han provocado los castigos o llamadas de atención"

 
Podemos categorizar dichas conductas en cuatro grandes apartados que van de menor a mayor  gravedad, se deben completar los indicadores por cada grupo de profesores que emprenda esta tarea  y rellenarlo con aquellas conductas que dentro de estas categorías se consideren recurrentes y  negativas para la marcha de la clase por un amplio número de profesores. 
 
Encontramos dos criterios de selección de las categorías. Unas basadas en las relaciones  interpersonales que se establecen en el aula; profesor alumno, alumnos entre sí, y otra relacionada con la propuesta de tarea y las normas generales del aula. A menudo es difícil situar un  comportamiento dentro de una sola categoría pues se entremezclan, si bien por cuestiones de eficacia habrá que decidir en qué categoría tienen más referencia.
 
Una vez analizadas las conductas más frecuentes cada claustro ha de determinar aquellas que considera más graves o que deben tener un tratamiento consistente, y permitir que cada profesor pueda atender las otras de acorde a su estilo docente personal. Si bien es importante consensuar una serie de pautas de actuación que potencien la resolución de los conflictos derivados de esas conductas de forma educativa y pacífica, así se pueden especificar respuestas ajustadas a las conductas, teniendo en cuenta la frecuencia y la intensidad de la conducta, que guíen las respuestas de los profesores ante las mismos.
 
El promover la discusión entre el profesorado de cómo actuar dentro del aula, facilita a su vez la  comunicación entre el mismo, pudiéndose aportar consejos o referentes de buenas prácticas entre unos  y otros.
 
En última instancia es oportuno que se promuevan una serie de pasos de intervención de los  conflictos, previos al parte de amonestaciones o a la expulsión que sean bien conocidos por el conjunto  de los profesores y aceptada su idoneidad. De ahí que un parte de expulsión del aula, sea en todos los  casos un incidente muy grave, y no tanto fruto del estado de ánimo o de la tensión que se sufre un día  determinado en una clase dada.
 
En definitiva se trata de mantener unas normas claras y consistentes,  además de favorecer unas rutinas de aula compartidas en los temas de mayor relevancia. Un equipo con  pautas compartidas de actuación, aumentan la eficacia de estos" (Fernández en Torrego y Fernández, 2006:9).
 
Imagen 1: Conductas no deseadas en el aula (Fuente: Fernández, 2006:9)